miércoles, 28 de octubre de 2009
martes, 27 de octubre de 2009
miércoles, 21 de octubre de 2009
domingo, 18 de octubre de 2009
Violeta llegó el viernes y lo primero que hizo fue preguntarme si estaba con alguien. Me descolocó. Me la quedé mirando. Le dije que no tenía nada que ver esa pregunta y ella que sí tiene que ver, que si tengo una novia se lo diga. Le dije que no tenía una novia. Pero salís con una chica, dijo. No. Sí. No-Sí durante unos minutos o segundos, no sé. Qué decís, cómo sabés. Lo estás aceptando. No, y basta de acusaciones. No llegábamos a ser ni una escena para cine. No cotizábamos. Éramos dos personajes de serie nacional, de los noventa, tipo Montaña Rusa. Una de esas berretadas.
Te vi. Me dijo. Ahí me quedé. Te vi. Te vi. Te vi. Lo dijo tres veces. Medio lloraba medio gritaba pero en voz baja. Susurraba gritos, como queriendo que no se escuche pero que se entiendan los alaridos. Me viste qué. Violeta dijo que me vio en la puerta de mi casa, saludando a una chica con un beso. La despedías. Le habías bajado a abrir, o algo. Decía que había pasado a buscar algo, en esos días en que todavía tenía cosas en mi casa. Era la mañana y ella, la chica, se iba.
Le pregunté por qué no vino en ese momento a decirme algo. Me dijo que era un bestia. Sos un bestia, Julián. Que se fue a llorar por ahí. Que qué me iba a decir. Para qué me lo decía ahora, entonces, no sé. Me dijo que se sentía decepcionada, que le había fallado. Le expliqué, sin sentido, para continuar la escena berreta en ese registro pedorro de la televisión, que nosotros ya estábamos separados hacía tiempo, que ella bla bla bla. Toda la historia. Yo pensé que todavía éramos compañeros, dijo. Lo escribo y pienso ahora: andá, loca. Pero ahora es domingo, estoy mirando fútbol, me acosté a las siete de la mañana, me levanté a las once y media para ir a comer con la familia, y volví hace un rato, fisurado, sólo ganas de estar en casa, clavar en el sillón y estar solo.
Pero tengo que aceptar que en el momento no le dije nada. O sea. Le acepté que vi un par de veces a una piba, pero que nada. Y que si me gustaba o no era mi problema. Y si era la única o una de tantas con las que puedo estar también es cosa mía. O sea. Me defendí, no cedí en eso. Pero en un momento me agarró la cara con las manos, ahí en el bar, una mano a cada lado de la cara y me miró. Me miró y me besó. Me dijo algunas cosas que si escribo quedan muy mal, muy de lugar común, de frase hecha, pero que en el momento me quebraron un poco. No es eso solo. Fueron las manos en la cara, su mirada, y que me dio un beso suave. Ese momento en que no se sabe cómo llegamos acá. Qué pasó en el medio. Cómo se pasó de estar bien a mal. Y de mal a darnos cuenta que juntos no. Cómo hace años nos dimos un beso muy parecido en un bar para empezar la cosa. Cómo un desconocido se vuelve importante. Se vuelve todo. Sos todo, ponía en un mail hace muchos años. Y ahora era como uno de esos mambos de algo que querés que baje para irte a dormir, dejar se enroscarte con eso que pegó más de lo que esperabas, que con unas horas de sueño se pase todo, la sensación intoxicada, sucia, de cosa curtida, que llevás en todo el cuerpo.
Ella no tomó nada. Yo pagué mi café y nos fuimos. Le pedí que no hablemos durante un tiempo. Que yo ya no tenía qué decirle. Me puteó un poco. Dijo que puedo sentir eso porque estoy con otra. Le dije que no sé. No tenía energías ya para responderle. La saludé y me fui sin mirar hacia dónde se iba ella. Caminé varias cuadras, un rato largo, hasta después del mediodía.
viernes, 16 de octubre de 2009
martes, 13 de octubre de 2009
domingo, 11 de octubre de 2009
viernes, 9 de octubre de 2009
miércoles, 7 de octubre de 2009
Violeta se fue a la casa. Le pedí que se fuera. Me preguntó por qué. Le dije que necesitaba intimidad. Se volvió loca. Me dijo de todo. Me gritó. Me pegó. A los gritos. “¿Intimidad para cogerte a otras?”. Basta. Me cansó. Nunca le digo que no a nada. Me cansó esta vez ella y su permiso para ser la víctima por todo lo que pasó.
Quizá tenía razón. Recibí un mail de Mariana. Me preguntaba por qué no nos habíamos vuelto a ver. Me di cuenta de que no tenía respuesta. Que no había pasado nada. Que era mejor cualquier buena cosa nueva que seguir con Violeta en casa, su pesadez, la carga de algo que no va para ningún lado.
Llamé a Mariana directamente. Otra vez, me gustó que fuera osada, que se animara a decir, a preguntar, a sugerir un encuentro. Le pregunté si esta vez sí quería ir a ver la de Tarantino. Fuimos ayer. No voy a hablar de la película. Ya se habló en todos lados. Obviamente me gustó mucho. Después fuimos a comer algo. La pasé bien. Como quería salir de mis cosas, escuché el mundo de Mariana. Me contó que está ensayando un infantil, que ya no es época de infantiles (sólo las vacaciones de invierno, dijo, pero no importa) pero que le gusta, que le viene bien, que está bueno hacer cosas.
No sé si será la edad o qué pero para ella yo estoy más arriba o algo. Me pregunta por mis trabajos como si tuviera trabajos importantes. Me preguntó por mis relaciones pero traté de no hablar mucho de eso. Volví al tema del trabajo. Le conté algunas cosas y me sorprendí a mí mismo. Estuvo bien contar quién soy. O seguir ese relato que ya había empezado con Mariana. Ella es tierna. Tiene una mirada como suave, que no es inquisidora.
Una vez uno de mis primos, mayor, cuando se divorció me dijo que hacía tiempo había dejado de ser un súper héroe para la mujer, y que encima se había transformado, para ella, en un perdedor. La hija de tres años (en ese momento) era la única que lo creía súper héroe. En ese momento mi primo estaba conociendo a una chica (la cosa no siguió pero en ese momento la estaba conociendo). Ahí él me dijo que lo más nuevo de salir con alguien nuevo después de tantos años de relación gastada era ser distinto a la mirada de otro. No un súper héroe, pero sí alguien nuevo. Me acordé de mi primo en toda la cena con Mariana.
Lo mejor, como si fuera un golpe de suerte, es que en el medio me llamó un amigo que trabaja en la tele porque le había hablado de mí al productor y estaban buscando un guionista y un editor, a ver qué me parecía si podía hacer algo de eso. Le dije que sí, que cualquiera de las dos. Ahí me di cuenta de que tampoco me daba lo mismo y le dije que ahora estaba como más copado escribiendo así que se fije por lo de guionista, que si daba y no había otra gente, estaría bueno, pero que si no editar también estaba bien. No pregunté mucho ni sé para qué es, pero hoy tengo una reunión en Importante Productora (no voy a decir cuál, disculpen). Creo, como si hubiera estado guionado, que Mariana se quedó medio fascinada con el llamado y la inminente reunión. Sos groso, sos groso, dijo, y pensé que todavía no me conoce, pero está bien.
lunes, 5 de octubre de 2009
Era difícil escribir con Violeta acá. No sólo porque estuviera acá. Por estar con ella. En un momento la miré dormir y pensé en escribirlo. Pero preferí recostarme al lado de ella y me dormí también. Estuvo bastante acá. Salió para ver a
Ahora se fue a encontrar con amigas en su casa, pero dice que no quiere dormir ahí. Yo le dije que tenía que volver en algún momento y en algún momento hablar de las cosas nuestras, pero se enojó, dice que todavía no, que no la apure.
Ayer yo estuve filmando una fiesta así que se quedó sola. Era un casamiento. Me parecía evidente que los novios no se querían. O que no se querían tanto como se quieren sus respectivos padres. Las parejas digo. Era obvio que lo habían arreglado los matrimonios progenitores. Que estaban más felices que ellos. Ella tenía 20 años y él 21. Pasaporte a
Cuando volví, violeta había salido y cuando volvió yo estaba medio dormido. Ahora tengo que editar. Tengo mucho trabajo atrasado. Le expliqué que yo no podía suspender mis cosas. Que mi vida seguía con su viaje o sin, con su abuela o sin. Que entendiera. Aceptó pero no sé si entendió. Yo espero que pronto vuelva a su casa. Me gusta que esté acá también pero es mi casa, nosotros no tenemos una situación clara, y todo se mezcla.
sábado, 3 de octubre de 2009
Sé que la madre iba a buscarla y que la trae acá. Ella pidió eso. No sé bien cómo recibirla. Supongo que veremos en el transcurso del día y que ella en un momento deberá enfrentar sus cosas, su familia, todo lo que pasó.
Ayer vinieron Lean y Nico. Jugamos unos partidos. Toda esta historieta les pareció cualquiera, pero les parece cualquiera desde hace ya un tiempo, cuando quizá todo se volvió cualquiera. Esa masa densa que decía. No se me ocurren cómo podrían ser las cosas. Ellos dicen que no puedo decir que no. Deben tener razón. Yo creo que escribo esto un poco porque se agotó el tema de conversación.
Ahora voy a ordenar un poco la casa. Acaba de llegarme un mensaje que ya están viniendo para acá.
jueves, 1 de octubre de 2009
Mariana me manda mensajes, yo respondo como puedo pero no quedamos en vernos. Quizá debería decirle un poco lo que pasa. O no. La llamé igual. Mandó un mensaje y le respondí con un llamado. Le expliqué que estaba con mucho trabajo. Filmando de día editando de noche. Que en unos días la llamaba para vernos. Igual es como toda una cosa de cumplir que me aburre un poco o me baja el interés. Es como que tiene que ser así. Y ya se me van las ganas. Me estalla. No sé. Estoy medio sin dormir. Voy a tirarme un rato.
miércoles, 30 de septiembre de 2009
Al rato, un mail de Violeta.
No puedo creer. No me dijiste nada. ¿Yo ahora qué hago? ¿Me vuelvo? ¿Qué hago?
Al rato, otro mail de Violeta.
Perdoname, no es con vos. No sé qué hacer. ¿Qué hago?
A todo esto yo casi no estoy en casa porque estoy grabando unos eventos. Así que a la noche, otro mail de Violeta.
Juli, dale, contestame, ayudame. No sé si la cosa es tan grave como para volver. Mi vieja no me dice nada. Dice que disfrute del viaje. Pero yo ahora estoy re angustiada, no sé si puedo seguir. Por favor, hablemos cuando puedas.
Y yo ahora puedo pero ella no está. La madre acaba de llamarme una vez más para decirme que la abuela empeora.
martes, 29 de septiembre de 2009
Ayer me llamó la mamá de Violeta. Encima yo estaba medio loco. No entendía. Le pregunté si había pasado algo. Yo no tenía noticias de ella hace un par de días. Me dijo que ella bien. Violeta. Me dijo que su mamá, o sea la abuela, estaba internada. No está enferma pero está vieja y hace unos días le duele el pecho. Dicen que es neumonía. Yo escuchaba. Otra parte intentaba entender para qué el llamado. Llegué a decir que lo sentía y me preguntó qué pensaba que había que hacer. ¿Con qué? Si decirle a Violeta o no. Ahí entendí que todo lo que podía pasar a partir de ese llamado era para peor, a menos que la abuela se mejorara sin dejar secuelas. Creo que titubeé, que le dije que no sabía. Me preguntó si hablábamos. Parece que Violeta le contó que nos escribimos. Le dije que a veces, pero no tanto. La madre empezó a decir cosas como que me preguntaba, o que me consultaba (esa fue la palabra) “porque nadie conoce a Violeta como vos. Ella que es tan difícil…”. Que no sabe para cuánto tiene la abuela y que no sabe si decirle o no. No sé si había peor llamado para recibir. No entiendo si la tipa es desubicada o no, si está sacada porque su mamá está mal, no sé. Pero no paraba de hablar y yo no sabía bien qué decirle. Ella decía que encima Violeta no llama nunca y que no tiene dónde ubicarla, que sólo por mail, y que cómo va a contarle por mail. Todo me parecía como que quería llegar a algún lugar, a algún punto, pero no entendía dónde. Le dije que yo tampoco sabía cómo ubicarla, que cómo iba a saber, y aproveché para recordarle que nos habíamos separado hace dos tres meses. Entonces se puso a llorar (todo peor, peor a cada minuto). ¿Qué iba a hacer? Le pregunté si necesitaba algo. Me dijo que no, pero que si hablaba con Violeta. Y no terminaba la oración. Empezaba a decir cosas que no terminaba. No entendí si le tenía que decir o no pero la idea de decirle que su abuela estaba mal me parecía pésimo. Ella decía y desdecía. Al final me dijo que si hablaba o algo tratara de inducirla a que la llame. Lo dijo como si me diera una misión. Argumentó que ella estaría casi todo el día en el hospital y que no iba casi a encender la computadora. Le corté como pude. Ella lloraba un poco. Me sentí mal al final. No supe si la atendí bien o no, pero después me dio un poco de bronca porque yo qué tengo que ver, después me dio un poco de culpa que me dé bronca y creo que así pasé toda la tarde, sin poder editar, ni nada, porque iba y venía entre los programas a ver si Violeta se conectaba, queriendo que se conecte pero al mismo tiempo no. Se hizo la noche y yo me tenía que ir. Así que le mandé un mail, no sé por qué, si total no decía nada. Le preguntaba cómo estaba y dónde, y que tenía ganas de hablar con ella. Un boludo. Cuando me levanté tenía un mail diciendo que sigue en Berlín pero que mañana o pasado se va a París. La leí contenta, porque en Berlín la está pasando muy bien y París “es mi sueño”, pone.
Hace un ratito volvió a llamar la madre. Le dije que me había escrito un mail. Me preguntó si tenía dónde ubicarla y me dijo que si podía le pregunte. “Decile que querés hablar con ella, que la extrañás, algo, mi mamá está bastante mal, y viste cómo la quiere Violeta.” Ufffffff. Corté y obedecí. Le mandé un mail a Violeta diciéndole que tenía muchas ganas de hablar con ella, si no podíamos arreglar para hablar en algún momento.
domingo, 27 de septiembre de 2009
El viernes pasé a buscar a Mariana. Cuando le pregunté dónde íbamos me dijo que a Pacha. Rarísimo. No me esperaba eso. Tenía unas entradas gratis para una fiesta en la que tocaban Zuker y la bomba de Tiempo. Ahí fuimos. No voy a hablar de lo que implica el taxi a la noche, pasar por Costa Salguero, Aeroparque. Con los chicos sabemos. Si estás pasando por ahí a la noche es que. Pero ahora estaba con Mariana. Llegamos, entramos. Mucha minita mucho peinado vestidito voz aguda insoportable. Todos más chicos. Cuando llegamos estaba tocando Nico Cota. Mal. Un set largo y tosco. Pero no importaba. Tomamos algo, bailamos un poco. Pero ir así, a un lugar con una mina con quien no tenés mucha confianza… es medio raro. La bomba de tiempo tampoco me gusta mucho, pero hay que reconocer que tuvo un poco más de onda que lo anterior. Después nos vinimos a casa, y se fue a la mañana. Yo fui a jugar al fútbol a la tarde y a la noche hicimos un asado con los pibes.
Fin de semana tranquilo. Preguntan qué onda con esta flaca y todo bien. Pero nada más. Todo bien.
Ahora, este domingo, malísimo. Hay un par de cosas a la noche, pero ni de salir dan ganas. Los domingos tienen esa cosa de que todo parece tener el nombre de Violeta impreso fluorescente. Con el gris de este día, el fluorescente resalta más.
viernes, 25 de septiembre de 2009
Ahora, más que llamar a los pibes, debería llamar a Coti para decirle que tres años después puedo actuar solo sin recomendaciones. Ahí aparece Laura, la voz de Laura, diciéndome que un loser no vende. Loser deprimido o tipo seguro que propone y te pasa a buscar a la hora convenida. Con todo eso podríamos hacer una película. Siempre pienso películas que nunca hago. El disco está bueno. Paso a buscar a Mariana (cuántos nombres ya) a la una por una dirección que no sé qué será, si su casa o la casa de una amiga, o un restaurant, pero no creo, no, qué boludo, si me dijo quinto piso, es un depto. A primera escuchada, el tema tres del disco tiene un ascendente, así como el horóscopo, en Queen, una pretensión, un aire. Se entiende. Hablo del horóscopo y nunca nombré a mis hermanas. Que por ellas tengo horóscopo y algunas cosas que sé de las mujeres, además de Laura y Coti, que son más nuevas y más jóvenes que mis hermanas de 38 y 40.
jueves, 24 de septiembre de 2009
Edité toda la noche y en un momento me falló una cosa así que tuve que empezar un proceso de varias horas otra vez. No estuvo mal. Fumé un poco, leí un poco. A una hora prudente (cerca de las doce) le mandé un mensaje a Mariana. Puse algo asi como “Pronto, Tarantino”. De loco que estaba. Como si me hubiera comido los avances de un canal de cable. Me di cuenta después de apretar enviar y quise repararlo: “El fin de semana, podría ser. Hablemos”. No respondió. Hasta ahora recién que puso que ya estaba durmiendo y que sí, que hablemos para el fin de semana. ¿Histeria o verdad? Nunca sabremos. Violeta envía crónicas de Berlín. Hay una cantidad de adjetivos que no se puede creer. Todo es “súper”, “increíble”, “la mejor”, “muy loco”. A mí me parece que estamos grandes para el mito del viaje que te abre o te cambia la cabeza. Ya lo dijo ella igual, que era un viaje para hacer de más chica, pero que había que recibirse primero, mudarse, no sé, todo un orden de cosas que dejó el viaje para este momento (y nuestra relación para quién sabe cuándo, supuestamente yo soy el culpable de que la relación ni ahora ni antes ni nunca, pero bueno). Parece que Berlín le escapa a la lógica y sí le abre la cabeza, la fascina y “es la única ciudad hasta ahora donde me quedaría a vivir, la gente es toda así como nosotros, esa sensación de que uno podría hablar con cualquiera, la mejor, la mejor onda en Berlín”. Me habla de bares y yo me la imagino bailando para sajones libidinosos, aunque no sé si sajón y libidinoso pueden ir juntos.
miércoles, 23 de septiembre de 2009
Al final no vimos la película. Mariana se retrasó y la función siguiente era demasiado tarde. Cuando recibí el mensaje no sabía bien qué hacer. Tomar algo y ¿después? ¿Invitarla a cenar? Cenar es demasiado, dijo una vez una amiga. Esas son las cosas que me dan ganas de irme a mi casa. Teníamos cine, dice que llega tarde y ahora tengo que inventar otra cosa. Al final fuimos a un bar de Palermo (obvio) y tomamos unos tragos. No sé bien de qué hablamos pero hablamos. Quiero decir, no es importante, hablamos más por hablar que por lo que decíamos. Una cosa llevaba a la otra, su perro, su infancia, Rosario, mis vacaciones en Rosario una vez, mi infancia, mis viejos, el cine, el teatro, actuar en una cosa, en otra, dirigir actores, trabajar con directores. Tiene pelo corto, cuello largo, buena postura. Tenía una remera, un saquito, una flor en la cabeza. Una flor en la cabeza parece horrible pero le quedaba bien, bastante bien. En el bar había sillones. Nos sentamos ahí, tranquilos, hablamos un rato, chapamos, todo bien. Igual, ese momento medio raro… No sé, los pibes, que son de otro palo, piensan que soy medio maricón, pero toda la cosa de decir “¿vamos a casa?” me incomoda un poco. Igual lo dije, siempre lo digo, vinimos, cogimos y estuvo bien. Ayudó un poco el alcohol. Nos reímos bastante. Cuando terminamos, todo bien, pero ya me daba ganas de que se fuera. Eso es un cliché, pero es así. Terminás y querés que el otro, un extraño, se vaya, volver a esa cosa de uno mismo que uno mismo maneja. A mí me agarra esa cosa de que pienso que se va a quedar y quedar y quedar, y que voy a tener que echarla. Quizá porque Violeta hace un poco eso. No sé, no tan así. Pero un poco.
Hoy termino de editar el video para el concurso. Borroneé las caras de la gente, y armé como unos personajes basados en el vestuario. Gente de distintas fiestas compone un personaje. Tres novias son La Novia. Dos novios son El Novio. Y así. Entonces agarré las situaciones de descarte y construí una pequeña trama. Todo montaje. Las caras borroneadas son a propósito, y se entiende que es distinta gente y material en bruto. No le hice tratamiento a propósito. Es montaje. Una pelea y una reconciliación, está el tipo que manosea a la sobrina y con otros dos los mandé al baño, de donde salen en actitud sospechosa. Hay una abuela llorona, hay un hermano menor, de unos once, doce años, que ve cosas que no tendría que ver. No sé si me explico. Pero creo que quedó bastante bueno. Dura ocho minutos. Le puse banda sonora típica de fiestas. Y todo está armado así, en bloques de un minuto y medio o dos que son musicales. Desde el baile judío al carnaval carioca y fin de fiesta. Es más sobre la mirada que una trama con puntos de giro y todo eso. Dirían eso los profesores de guión. Están los gestos de los novios que nadie mira porque nadie quiere mirar. Las miradas hacia abajo. La mirada de duda hacia un amigo. Secretos. Besos que no tenían que ser dados. Tengo que renderear y armar todo para llevarlo mañana.
Mariana se fue a las seis de la mañana. No dormí nada. Dormimos un poco los dos, pero mal. Después dijo que se iba y asentí. Pedimos un taxi. No pudo evitar el típico gesto de “qué onda?”. Volví a decirle “hablamos”, como la otra vez, pero agregué “en estos días”. Hablamos en estos días, ella sonrió y dijo que nos quedaba pendiente Tarantino.
martes, 22 de septiembre de 2009
lunes, 21 de septiembre de 2009
Pero hablé con Violeta. Estuve online todo el fin de semana y ella justo se conectó bastante. La saludé y empezamos a hablar de nuevo. Me pidió perdón por lo del otro día y dijo que en realidad es otra cosa, que me quiere tanto, que no puede dejar de pensar…Me quema. Cada vez que hablamos me quema. Creo que yo quería saber un poco en qué andaba. Tantear. Ya estaba en Praga, contenta. Me dijo que había querido comprarme regalos pero que no se animó. Ese tipo de afirmación me exaspera. Para qué lo dice. Me comprás o no me comprás pero no me decís que ibas a comprarme… No puedo evitar el sabor amargo al final de cada conversación o pensar que está re loca, que la quiero pero que no la aguanto.
El sábado a la tarde le mandé un mensaje a Mariana. Supongo que no me creyó. Que no la puedo llamar más, a menos que la llame hoy o mañana y haga una contraoferta. Pero qué sé yo, no tengo ganas. Ahora estoy editando y más tarde voy a entregar el dvd del bar mitzva.
viernes, 18 de septiembre de 2009
El pesimismo persiste pero derretido. Escándalo de Violeta y respuesta mía. Le digo que no sé qué quiere, que no la entiendo, que respete que si me dice todo eso yo no quiera hablar. La saludo con un Shana Tova y agrego que en estas fechas la extraño. Un pelotudo, pero es cierto. Hubiéramos ido hoy a lo de mis viejos y mañana a lo de los suyos, o al revés. Hubiéramos jugado con sobrinos. Nada muy particular o diferente. Las fiestas me aburren pero sin ella aburren más. Para hoy queda hablar de fútbol (y tenis, ahora hablamos de tenis) con mis primos y responder todo tipo de preguntas acerca de Violeta y mi presente y futuro emocional y profesional. Nota mental: dar cabida a los hombres (fútbol, tenis, ley de medios), evitar a las tías (Violeta, trabajo, “preguntas profundas”).
Ayer, por otro lado, y después de que Lean me amenazara de que si no lo hacía yo lo hacía él, le mandé un mensaje a Mariana. No le había escrito desde el domingo. Estuve toda la semana editando la fiesta y escribiendo cosas para el guión del corto que tengo que preparar para el concurso. Busqué imágenes de descarte, empecé a pensar algunas cosas, escribí.
Pero ayer vino Lean, jugamos unos partidos, fumamos y me preguntó. Le contesté, me puteó y me dijo que pensaba que estaba deprimido, que eso hablan con los pibes, que yo estoy deprimido. Me preguntó si la mina está buena. Está buena, le dije. Entonces. Entonces qué. Mandale un mensaje. Cogetela. Qué pesados. Los pibes, cuando se ponen así. Le mandé el mensaje igual. Fueron varios. El primero para entrar en contacto. Respondió rápido, “q sorpresa pensé que te habías olvidado de mi”. Está buena y es boluda, le dije a Lean cuando le leí el mensaje. Le mandé otro, bajo amenaza. Quedamos en vernos mañana. Es sábado. Medio cualquiera. Igual no es una cita, le dije que iba a una fiesta, que por qué no se suma.
En la bandeja de entrada, un mail de Violeta:
Shaná Tova. Yo también te extraño. Saludos a tu familia.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
Vuelvo. En el contestador, un mensaje de la madre del chico de la última fiesta. Apura con la edición. Edito. No envío el mail.
Recorto partes de la fiesta: miradas fulminantes de los padres. El momento, qué horrible momento, cuando el pibe los llama a encender “esta, mi última vela”. Qué humillación. Los tres posan para la foto, la madre rompe en llanto. No lagrimea (lagrimear lagrimean todos). Ella explota. Llora. Abraza al hijo. El padre no sabe qué hacer. Mira a un costado, saluda a una mesa, quizá a alguien que se va. La madre se acerca al tipo, sigue llorando, le dice algo y él la abraza. Le da unas palmadas en la espalda. Él es un gordo desagradable. A ella se le notan los años. Que un hombre le diga a una mujer “bueno, bueno” con palmaditas en la espalda… así se trata a un perro, o a una mujer que no te gusta nada, o que dejó de gustarte, o que te arruinó la vida (ésta seguro que le arruinó la vida). Y pienso: cuántos años y cuántas cosas tienen que pasar para pasar de abrazar a tu mujer en la cama al final de un día difícil, a darle unas palmadas en la espalda cuando llora en el bar mitzva del hijo en común. Nico diría que soy un sensible. Son las cosas que endurecen, no que te hacen sensible. Estas fiestas endurecen. Son alta dosis de pesimismo.
Voy a borradores. Abro el mail a Violeta. Lo borro. Pesimismo punk.
lunes, 14 de septiembre de 2009
domingo, 13 de septiembre de 2009
Vinieron Nico y Lean a la noche. Jugamos unos partidos, fumamos, pedimos mc donald´s y nos fuimos al bar. Tomamos. Me quedé un par de horas. Lo mismo de siempre. Unos tiros y tomar, reírnos de los mismos chistes de siempre. A la tarde ganamos en el fútbol.
Hoy salgo con esta piba, no sé qué onda. Creo que me da lo mismo. No sé después, si invitarla a tomar algo o no. Creo que me da fiaca. Escuchar cómo se presenta, me cuenta quién es, qué hizo y qué hace, que cortó con un novio hace equis cantidad de tiempo, que ya se repuso, que me pregunte por mi vida, contarle, inflarle un poco, que me pregunte por una novia, decirle que no pero que Violeta, o no decirle nada, negar todo, negar Violeta, separación reciente, viaje, decir que hace bastante solo y tranquilo, mi vida, decir la palabra ermitaño, que como bien me dijo una amiga una vez, seduce a las chicas por más que quieran lo opuesto, un tipo sociable y simpático, que lleve flores y converse sonriente con madre, hermanas y amigas. Fiaca de todo. De decir quién soy o de inventarlo. De escuchar quién es. Me aburre. Me aburro. Podría cancelar el encuentro, ir yo solo al teatro a ver a Fede y volverme temprano. Podría ver fútbol todo el día, pero me quedo sin fútbol de primera, el mejor antídoto para terminar el domingo, y no hay película con Violeta, como cuando ganaba la discusión o me pedía por favor, con ese gestito, que apague el fútbol temprano así veíamos una película en la cama. Así que mejor salir, cambiar la programación.