miércoles, 28 de octubre de 2009
martes, 27 de octubre de 2009
miércoles, 21 de octubre de 2009
domingo, 18 de octubre de 2009
Violeta llegó el viernes y lo primero que hizo fue preguntarme si estaba con alguien. Me descolocó. Me la quedé mirando. Le dije que no tenía nada que ver esa pregunta y ella que sí tiene que ver, que si tengo una novia se lo diga. Le dije que no tenía una novia. Pero salís con una chica, dijo. No. Sí. No-Sí durante unos minutos o segundos, no sé. Qué decís, cómo sabés. Lo estás aceptando. No, y basta de acusaciones. No llegábamos a ser ni una escena para cine. No cotizábamos. Éramos dos personajes de serie nacional, de los noventa, tipo Montaña Rusa. Una de esas berretadas.
Te vi. Me dijo. Ahí me quedé. Te vi. Te vi. Te vi. Lo dijo tres veces. Medio lloraba medio gritaba pero en voz baja. Susurraba gritos, como queriendo que no se escuche pero que se entiendan los alaridos. Me viste qué. Violeta dijo que me vio en la puerta de mi casa, saludando a una chica con un beso. La despedías. Le habías bajado a abrir, o algo. Decía que había pasado a buscar algo, en esos días en que todavía tenía cosas en mi casa. Era la mañana y ella, la chica, se iba.
Le pregunté por qué no vino en ese momento a decirme algo. Me dijo que era un bestia. Sos un bestia, Julián. Que se fue a llorar por ahí. Que qué me iba a decir. Para qué me lo decía ahora, entonces, no sé. Me dijo que se sentía decepcionada, que le había fallado. Le expliqué, sin sentido, para continuar la escena berreta en ese registro pedorro de la televisión, que nosotros ya estábamos separados hacía tiempo, que ella bla bla bla. Toda la historia. Yo pensé que todavía éramos compañeros, dijo. Lo escribo y pienso ahora: andá, loca. Pero ahora es domingo, estoy mirando fútbol, me acosté a las siete de la mañana, me levanté a las once y media para ir a comer con la familia, y volví hace un rato, fisurado, sólo ganas de estar en casa, clavar en el sillón y estar solo.
Pero tengo que aceptar que en el momento no le dije nada. O sea. Le acepté que vi un par de veces a una piba, pero que nada. Y que si me gustaba o no era mi problema. Y si era la única o una de tantas con las que puedo estar también es cosa mía. O sea. Me defendí, no cedí en eso. Pero en un momento me agarró la cara con las manos, ahí en el bar, una mano a cada lado de la cara y me miró. Me miró y me besó. Me dijo algunas cosas que si escribo quedan muy mal, muy de lugar común, de frase hecha, pero que en el momento me quebraron un poco. No es eso solo. Fueron las manos en la cara, su mirada, y que me dio un beso suave. Ese momento en que no se sabe cómo llegamos acá. Qué pasó en el medio. Cómo se pasó de estar bien a mal. Y de mal a darnos cuenta que juntos no. Cómo hace años nos dimos un beso muy parecido en un bar para empezar la cosa. Cómo un desconocido se vuelve importante. Se vuelve todo. Sos todo, ponía en un mail hace muchos años. Y ahora era como uno de esos mambos de algo que querés que baje para irte a dormir, dejar se enroscarte con eso que pegó más de lo que esperabas, que con unas horas de sueño se pase todo, la sensación intoxicada, sucia, de cosa curtida, que llevás en todo el cuerpo.
Ella no tomó nada. Yo pagué mi café y nos fuimos. Le pedí que no hablemos durante un tiempo. Que yo ya no tenía qué decirle. Me puteó un poco. Dijo que puedo sentir eso porque estoy con otra. Le dije que no sé. No tenía energías ya para responderle. La saludé y me fui sin mirar hacia dónde se iba ella. Caminé varias cuadras, un rato largo, hasta después del mediodía.
viernes, 16 de octubre de 2009
martes, 13 de octubre de 2009
domingo, 11 de octubre de 2009
viernes, 9 de octubre de 2009
miércoles, 7 de octubre de 2009
Violeta se fue a la casa. Le pedí que se fuera. Me preguntó por qué. Le dije que necesitaba intimidad. Se volvió loca. Me dijo de todo. Me gritó. Me pegó. A los gritos. “¿Intimidad para cogerte a otras?”. Basta. Me cansó. Nunca le digo que no a nada. Me cansó esta vez ella y su permiso para ser la víctima por todo lo que pasó.
Quizá tenía razón. Recibí un mail de Mariana. Me preguntaba por qué no nos habíamos vuelto a ver. Me di cuenta de que no tenía respuesta. Que no había pasado nada. Que era mejor cualquier buena cosa nueva que seguir con Violeta en casa, su pesadez, la carga de algo que no va para ningún lado.
Llamé a Mariana directamente. Otra vez, me gustó que fuera osada, que se animara a decir, a preguntar, a sugerir un encuentro. Le pregunté si esta vez sí quería ir a ver la de Tarantino. Fuimos ayer. No voy a hablar de la película. Ya se habló en todos lados. Obviamente me gustó mucho. Después fuimos a comer algo. La pasé bien. Como quería salir de mis cosas, escuché el mundo de Mariana. Me contó que está ensayando un infantil, que ya no es época de infantiles (sólo las vacaciones de invierno, dijo, pero no importa) pero que le gusta, que le viene bien, que está bueno hacer cosas.
No sé si será la edad o qué pero para ella yo estoy más arriba o algo. Me pregunta por mis trabajos como si tuviera trabajos importantes. Me preguntó por mis relaciones pero traté de no hablar mucho de eso. Volví al tema del trabajo. Le conté algunas cosas y me sorprendí a mí mismo. Estuvo bien contar quién soy. O seguir ese relato que ya había empezado con Mariana. Ella es tierna. Tiene una mirada como suave, que no es inquisidora.
Una vez uno de mis primos, mayor, cuando se divorció me dijo que hacía tiempo había dejado de ser un súper héroe para la mujer, y que encima se había transformado, para ella, en un perdedor. La hija de tres años (en ese momento) era la única que lo creía súper héroe. En ese momento mi primo estaba conociendo a una chica (la cosa no siguió pero en ese momento la estaba conociendo). Ahí él me dijo que lo más nuevo de salir con alguien nuevo después de tantos años de relación gastada era ser distinto a la mirada de otro. No un súper héroe, pero sí alguien nuevo. Me acordé de mi primo en toda la cena con Mariana.
Lo mejor, como si fuera un golpe de suerte, es que en el medio me llamó un amigo que trabaja en la tele porque le había hablado de mí al productor y estaban buscando un guionista y un editor, a ver qué me parecía si podía hacer algo de eso. Le dije que sí, que cualquiera de las dos. Ahí me di cuenta de que tampoco me daba lo mismo y le dije que ahora estaba como más copado escribiendo así que se fije por lo de guionista, que si daba y no había otra gente, estaría bueno, pero que si no editar también estaba bien. No pregunté mucho ni sé para qué es, pero hoy tengo una reunión en Importante Productora (no voy a decir cuál, disculpen). Creo, como si hubiera estado guionado, que Mariana se quedó medio fascinada con el llamado y la inminente reunión. Sos groso, sos groso, dijo, y pensé que todavía no me conoce, pero está bien.
lunes, 5 de octubre de 2009
Era difícil escribir con Violeta acá. No sólo porque estuviera acá. Por estar con ella. En un momento la miré dormir y pensé en escribirlo. Pero preferí recostarme al lado de ella y me dormí también. Estuvo bastante acá. Salió para ver a
Ahora se fue a encontrar con amigas en su casa, pero dice que no quiere dormir ahí. Yo le dije que tenía que volver en algún momento y en algún momento hablar de las cosas nuestras, pero se enojó, dice que todavía no, que no la apure.
Ayer yo estuve filmando una fiesta así que se quedó sola. Era un casamiento. Me parecía evidente que los novios no se querían. O que no se querían tanto como se quieren sus respectivos padres. Las parejas digo. Era obvio que lo habían arreglado los matrimonios progenitores. Que estaban más felices que ellos. Ella tenía 20 años y él 21. Pasaporte a
Cuando volví, violeta había salido y cuando volvió yo estaba medio dormido. Ahora tengo que editar. Tengo mucho trabajo atrasado. Le expliqué que yo no podía suspender mis cosas. Que mi vida seguía con su viaje o sin, con su abuela o sin. Que entendiera. Aceptó pero no sé si entendió. Yo espero que pronto vuelva a su casa. Me gusta que esté acá también pero es mi casa, nosotros no tenemos una situación clara, y todo se mezcla.
sábado, 3 de octubre de 2009
Sé que la madre iba a buscarla y que la trae acá. Ella pidió eso. No sé bien cómo recibirla. Supongo que veremos en el transcurso del día y que ella en un momento deberá enfrentar sus cosas, su familia, todo lo que pasó.
Ayer vinieron Lean y Nico. Jugamos unos partidos. Toda esta historieta les pareció cualquiera, pero les parece cualquiera desde hace ya un tiempo, cuando quizá todo se volvió cualquiera. Esa masa densa que decía. No se me ocurren cómo podrían ser las cosas. Ellos dicen que no puedo decir que no. Deben tener razón. Yo creo que escribo esto un poco porque se agotó el tema de conversación.
Ahora voy a ordenar un poco la casa. Acaba de llegarme un mensaje que ya están viniendo para acá.
jueves, 1 de octubre de 2009
Mariana me manda mensajes, yo respondo como puedo pero no quedamos en vernos. Quizá debería decirle un poco lo que pasa. O no. La llamé igual. Mandó un mensaje y le respondí con un llamado. Le expliqué que estaba con mucho trabajo. Filmando de día editando de noche. Que en unos días la llamaba para vernos. Igual es como toda una cosa de cumplir que me aburre un poco o me baja el interés. Es como que tiene que ser así. Y ya se me van las ganas. Me estalla. No sé. Estoy medio sin dormir. Voy a tirarme un rato.