miércoles, 28 de octubre de 2009

Se comprueba que lo más difícil no es hacer un blog sino escribir todos los días. Trabajo mucho. Todo el tiempo. No es excusa igual, pero es cierto. Y por otro lado, las cosas que pasan. Las noticias bomba. Me tengo que mudar. Este departamento es prestado. Es familiar. Las familias tienen sus bataholas (buena palabra, no sé si escribe así) y como resultado, uno, yo, se tiene que ir, mudar de acá a un mes y medio, con suerte dos, porque Primo menor necesita, también, el departamento.
Tengo que buscar, encontrar. Y ahora sí, van a aumentar los gastos. Va a dejar de sobrar lo que sobraba. Mi viejo me da una palmada cuando nos despedimos después de almorzar y me dice "es hora de hacerse grande". Mi viejo piensa que soy un pelotudo. Me preguntó por Violeta. Dice que es "la chica para vos". Violeta me llamó en el medio del almuerzo. A veces nos vemos. Nos vimos después de ese almuerzo con mi viejo. Le conté que tenía que mudarme. No dijo nada. Me pareció que recorrió mi casa con una mirada un poco melancólica pero probablemente sea mi mirada sobre Violeta. Ella dice que le adjudico cosas siempre un tono más alto que lo que ella es. Le dije que me hacía acordar a Sofía y no le pareció. Ella no ve similitudes. "Sofía está re loca, le secuestra el hijo". Es un libro. Es verdad que hacer comparaciones con personajes de libros o películas es berreta.
Lo de Mariana se apagó. No la vi más. No pasó nada. Nos dejamos de llamar. Supongo que ella se cansó de mandar mensajes al vacío. Y yo no tengo energía para el comienzo de algo, para ese momento en que lo ocasional empieza a ser un comienzo, incorporar al otro a tu semana y pensar cuándo la voy a ver o qué vamos a hacer o si hace equis cantidad de días que no la veo o que no la llamo. No puedo con eso. Lean dice que soy un enroscado y yo digo que no. Ni siquiera cumplo. No hago nada. Dejé de llamar hasta que ella dejó de llamarme. No sé, en verdad, si la llamé por mi propia iniciativa más de una o dos veces. Quizá Lean tiene razón. Pero bueno, no tengo ganas. Con ella todo bien. Pero ahí donde justo hay que seguir, yo no puedo seguir. Doblo a la izquierda y me tiro al río.

martes, 27 de octubre de 2009

Mañana les explico.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Los días se pasan más rápido de lo que se llega a escribir. Tuve reuniones por el documental de la productora. Mire otros documentales sobre el bicentenario. Están haciendo (esperen un año y van a ver que tenía razón) una disección del bicentenario. Salen subtemas como loco. Los inventan. Ayer en Encuentro había un docu de "salud". Estaba Tognetti, voz en off y cara de solemne en un programa que por lo que vi me pareció bastante aburrido. Es como si un montón de gente hubiera hecho una red (el famoso cuadro sinóptico escolar) en la que se abren llaves y subtemas del gran tema del año que viene. Después nos repartimos, para mí esto, para vos aquello, y todo suma un buena cantidad de dinero. La misión debería ser despegar 1810 de la historia escolar. Nadie sabe nada en realidad. Las imágenes que tenemos son íconos. Pero habría que indagar en los vericuetos de la historia. De muchas cosas más antiguas se sabe más. 1810 es para casi todos una maqueta con playmóviles que rodean un Cabildo de cartón (¿Estética Carri?). Hay que producir y por otro lado habría qué mirar hacia dónde va esa red que nos va a atrapar de acá al 2010.
Puede no ser muy interesante este post. Pero es parte del laburo. Tengo que instalar-me el bicentenario, pensar en eso mucho tiempo, casi todo el tiempo, llegar a tener una gran idea, hacer un link entre eso y otra cosa que sea novedoso, potente, moderno y riguroso respecto de lo histórico. Pensar todo eso de manera audiovisual. Anotar la idea de maqueta con playmovil. Se pierde en una imagen fotográfica de la vieja buenos aires, si existiera, o mostrar en una pintura el cabildo real, que no es el que se ve hoy sobre la Plaza de Mayo. En fin. Delirios.
Violeta me reenvió mails con fotos viejas. "Porque es injusto que sólo las tenga yo. Un atentado al recuerdo." Violeta por momentos se parece (o lo intenta, estoy seguro de que lo hace a propósito) a la Sofía de Alan Pauls. Leímos ese libro juntos. Ella me leyó muchas partes. Yo hojeé otras. Nunca lo terminé. Pero me sorprendía que el tipo lograba que cada personaje respirara a un ritmo distinto. Hacer eso con palabras. Violeta en estos días respira a Sofía. Y como yo no tomo merca, se me hace bastante insoportable.

domingo, 18 de octubre de 2009

Violeta llegó el viernes y lo primero que hizo fue preguntarme si estaba con alguien. Me descolocó. Me la quedé mirando. Le dije que no tenía nada que ver esa pregunta y ella que sí tiene que ver, que si tengo una novia se lo diga. Le dije que no tenía una novia. Pero salís con una chica, dijo. No. Sí. No-Sí durante unos minutos o segundos, no sé. Qué decís, cómo sabés. Lo estás aceptando. No, y basta de acusaciones. No llegábamos a ser ni una escena para cine. No cotizábamos. Éramos dos personajes de serie nacional, de los noventa, tipo Montaña Rusa. Una de esas berretadas.

Te vi. Me dijo. Ahí me quedé. Te vi. Te vi. Te vi. Lo dijo tres veces. Medio lloraba medio gritaba pero en voz baja. Susurraba gritos, como queriendo que no se escuche pero que se entiendan los alaridos. Me viste qué. Violeta dijo que me vio en la puerta de mi casa, saludando a una chica con un beso. La despedías. Le habías bajado a abrir, o algo. Decía que había pasado a buscar algo, en esos días en que todavía tenía cosas en mi casa. Era la mañana y ella, la chica, se iba.

Le pregunté por qué no vino en ese momento a decirme algo. Me dijo que era un bestia. Sos un bestia, Julián. Que se fue a llorar por ahí. Que qué me iba a decir. Para qué me lo decía ahora, entonces, no sé. Me dijo que se sentía decepcionada, que le había fallado. Le expliqué, sin sentido, para continuar la escena berreta en ese registro pedorro de la televisión, que nosotros ya estábamos separados hacía tiempo, que ella bla bla bla. Toda la historia. Yo pensé que todavía éramos compañeros, dijo. Lo escribo y pienso ahora: andá, loca. Pero ahora es domingo, estoy mirando fútbol, me acosté a las siete de la mañana, me levanté a las once y media para ir a comer con la familia, y volví hace un rato, fisurado, sólo ganas de estar en casa, clavar en el sillón y estar solo.

Pero tengo que aceptar que en el momento no le dije nada. O sea. Le acepté que vi un par de veces a una piba, pero que nada. Y que si me gustaba o no era mi problema. Y si era la única o una de tantas con las que puedo estar también es cosa mía. O sea. Me defendí, no cedí en eso. Pero en un momento me agarró la cara con las manos, ahí en el bar, una mano a cada lado de la cara y me miró. Me miró y me besó. Me dijo algunas cosas que si escribo quedan muy mal, muy de lugar común, de frase hecha, pero que en el momento me quebraron un poco. No es eso solo. Fueron las manos en la cara, su mirada, y que me dio un beso suave. Ese momento en que no se sabe cómo llegamos acá. Qué pasó en el medio. Cómo se pasó de estar bien a mal. Y de mal a darnos cuenta que juntos no. Cómo hace años nos dimos un beso muy parecido en un bar para empezar la cosa. Cómo un desconocido se vuelve importante. Se vuelve todo. Sos todo, ponía en un mail hace muchos años. Y ahora era como uno de esos mambos de algo que querés que baje para irte a dormir, dejar se enroscarte con eso que pegó más de lo que esperabas, que con unas horas de sueño se pase todo, la sensación intoxicada, sucia, de cosa curtida, que llevás en todo el cuerpo.

Ella no tomó nada. Yo pagué mi café y nos fuimos. Le pedí que no hablemos durante un tiempo. Que yo ya no tenía qué decirle. Me puteó un poco. Dijo que puedo sentir eso porque estoy con otra. Le dije que no sé. No tenía energías ya para responderle. La saludé y me fui sin mirar hacia dónde se iba ella. Caminé varias cuadras, un rato largo, hasta después del mediodía.

viernes, 16 de octubre de 2009

Son poco más de las diez de la mañana. Estoy en un bar. Espero a Violeta. Me pidió que nos veamos. Hablar. No en tu casa ni en la de mi vieja, dijo. Bueno. Acá estoy. Debería haber llegado y media y son y treinta y siete. Yo llegué un poco antes. Leí diarios y el olé.
Estoy un poco cansado de todo esto. Del mismo sabor de siempre. Aburrido de contar la misma historia. Los problemas. Los encuentros. Hablar otra vez de qué. Ella dice que no muestro ningún tipo de interés, que soy parco, que no la traté bien en estos días en que ella volvió "y te necesité tanto". Yo podría decirle tantas otras cosas. Por qué soy así con ella a esta altura. Pero me aburre dedicarle las explicaciones.
Ahí viene. La veo venir. Apaga el cigarillo. Entra.

martes, 13 de octubre de 2009

Buenas noticias. Uno de los formatos gustó. Ahora tengo que seguir. Hacer nueve de esos. Todo sobre el bicentenario. Hoy tuve una reunión, hablamos de guita, estuvo bien. Siempre digo una cifra con un tono que tiene algo de culpa, que habilita al otro a preguntarme si puede ser por un poco menos y que me obliga a mí a aceptar que sea por un poco menos. Ni siquiera es que por saber eso yo propongo un precio más alto. Porque total ya sé que me lo bajan más o menos doscientos o trescientos pesos. Pienso cuánto vale para mí, me la creo, y cuando lo tengo que decir en una reunión ya parece que no me la creo tanto. Un boludo. Esto era mucho peor hace algunos años. Para trabajos de edición ya no tengo ese problema. Tengo mucho más claro cuánto cobrar la hora o el tipo de trabajo. Acá decir cuánto valen mis guiones es darle una importancia que no sé si tiene. O sea. Sí sé que la tiene. Pero es más complicado pedir un honorario, más complicado que para montaje. Todo esto para decir que esta vez fue diferente. Yo dije algo y me dijeron ok. Entonces más que culpa me sentí un boludo, pensé si pedí poco, tan poco que me dijeron ok de una. O es que ellos tienen esa guita de presupuesto. O sea. Lo que pedí me parece que está bien. Para mí está bien. No es de más tampoco, pero está bien. Ellos dijeron ok. Automáticamente me puse a pensar si no era poco. Pero ya estaba. No había retruco. Yo no tenía el retruco.
Creo que si esto va bien de a poco voy a poder dejar de hacer fiestas. Hace tiempo quiero dejar de hacer fiestas. Filmar sociales es de pendejo. Para mí tiene su onda pero por todo eso que me gusta mirar. O sea. Sé que algo de eso, como ya puse en el corto aquel, voy a poner en otros lados. Las fiestas tienen tramas buenísimas. Tienen secretos. La gente es lo peor. O está loca. Pasa de todo. Se ven maldades, mentiras. Y todo lo que pasa es en imágenes. La gente no habla. No dice nada en una fiesta. Incluso es al revés. Simulan. Estar muy bien, llevarse bien, haber soñado con el momento, o estar contentos por la amiga-el amigo que se casa, pero abajo de eso hay celos, rivalidades, competencias, resentimientos. Esa tensión es buenísima. La gente toma mucha merca en las fiestas. Pero como a escondidas. Hay algo de sostener. Haber descubierto eso es lo mejor de los seis años que llevo filmando sociales. Los eventos son peores, más aburridos, más impersonales. Eventos laborales, o conferencias. Eso es la muerte. No lo hago más. No hay buena comida que compense dejar la cámara fija mientras un tipo habla de algo que o no me interesa o no entiendo de qué va.
Qué bueno, loco. Estoy contento. Están pasando cosas. Hasta le dije que no a Violeta que llamó para vernos con la excusa de buscar unas cosas. Le dije que estaba a mil, que prefería la semana que viene, si era urgente. Y me dijo que no. Porque no. Porque era una excusa, obvio. Si era urgente se las iba a mandar en un taxi. Iba a salir perdiendo. Ella. Violeta. Así que dijo que no era urgente y yo dije que no a vernos. Groso. Sí donde sí y no donde no. Groso. Y encima aceptaron todo lo que pedí de guita. Será poco o no, pero es lo que pedí y aceptaron de una. El martes 13 resultó un buen día.

domingo, 11 de octubre de 2009

Domingo mañana feriado pero domingo. Tengo algunos problemas económicos. Pago las cuentas, me queda poca plata. Me doy cuenta ahora. Debería hacer algo con eso. Buscar más trabajo. Cobrar mejor. Ya mandé los guiones pero no tuve respuesta. Esta hora me pone ansioso. No mal. No bajón. Un poco ansioso. Como de cosas a resolver, proyectos que debería tener, la plata de que debería ganar. Tendría que zafar hoy, que mañana es feriado, pero no zafo. Recibo un mensaje de Nico: "traete un joistick y armamos un torneo entre todos. estamos en lo de lean."
Ayer el diluvio arruinó los planes. No había planes pero no creo que la gente que pensaba salir haya salido. Yo pensaba salir y al final no. Miré el partido en casa, tranquilo, porrito, un campari, y después la lluvia. Mal. Le mandé un mensaje a Mariana y vino. Dijo que "las chicas no querían salir, con esta lluvia...". Así que vino a casa. Así que estoy desde ayer encerrado acá, clavado en el sillón, sin mucho que hacer, sin poder arrancar. Tampoco hay que arrancar, pienso, si hoy es domingo y mañana es feriado.
Mariana se fue después del mediodía. Todo bien que haya venido. Todo bien que se haya ido después del mediodía. Incluso se podría haber quedado más, que no me molestaba. Lo que me molesta, lo que me incomoda, es no saber cuándo se va a ir. No sé si me explico. Es que pienso que no se va a ir nunca, que voy a tener que echarla o hacerle saber que ya es momento de irse, o simular que soy yo el que tiene que salir. Tengo como una cosa de pensar que se va a instalar. Después cuando se fue me quedé un poco así como raro. Clavado en el sillón como ahora. Pensando que otra vez solo en casa y en que qué iba a hacer. Entonces pensé en Violeta, que qué raro que no llamaba, que no llamó en estos días, que en un momento con Mariana en casa me puse nervioso pensando que Violeta podía llamar y que en verdad no era motivo para estar nervioso, porque qué onda, no tengo nada que ocultar a nadie. En una conversación con Mariana, sin dar detalles, le dije que tenía una ex reciente, con quien todavía a veces me veía y que en esos días habíamos pasado algunos momentos juntos por el tema de la abuela. Entendió creo, no sé. Qué va a decir. No es momento ni tiene derecho de decir nada. Mariana es cariñosa conmigo. De pronto estamos en la cama y hace una caricia en la espalda. Cariños innecesarios. Digo, que no son parte del sexo ni nada. Que son cariños porque es buena o porque le gusto o porque está todo bien. Tiene ciertas consideraciones muy dulces. De preguntarme cómo estoy enserio o mostrarse interesada por mis cosas. Sobre todo es un tono de voz con el que hace comentarios sobre las cosas que le cuento o una manera de hacerme preguntas. Y esa sonrisa que es una gran tranquilidad, una sonrisa de esa boca un poco grande pero no grande de más que tiene, de dientes parejos, una sonrisa blanca, que va muy bien con esas carcajadas de primavera que hace cuando se ríe. Es más chica y se nota quizá porque parece inocente. Mariana es eso. No digo inocente mal. No digo que crea en cosas que yo ya no. No podría enumerar esas cosas. Pero se nota algo así como que ella cree, en algo, se le nota en el cuerpo, con la piel, tiene un manejo de sí misma que lleva algo así como de ilusión. Y yo no. Creo que lo mío es más tosco. Pero de pronto, acá se ve, si no para qué voy a estar escribiendo esto, que algo de ella me lleva a quedarme, no sé, aunque piense que quiero que se vaya, espero que se vaya, que me deje solo otra vez con mis cosas, mi computadora, mi casa, mis cigarros, el porrito. Pero se fue y me quedé clavado en el sillón, hace horas mirando la tele, hasta que ahora se me ocurre escribir y resulta que este post es casi todo sobre ella.

viernes, 9 de octubre de 2009

Rápido. Todo a las corridas. Días así. Cierta reticencia para contar novedades. Preparo unas pruebas de guión para algo que me pidieron en esa productora. No es tan Importante Productora pero podría ser un buen trabajo. Se trata de unos documentales, cosas para el bicentenario, esa es la movida ahora. Escribo, borro, pienso que está mal, le envío a un amigo, dice que está bien, corrijo, vuelvo a enviar, dice que está mejor y así se pasa el día. Dejo algunas cosas pendientes. A la noche vino Mariana. Tarde. A eso de las once y media. Las cosas pueden ser más simples. Tiene algo luminoso y se ríe a carcajadas.
La miré, la escuché y pensé que las carcajadas son un muy buen sonido para la primavera.
Ahora apreté send para mandar versión de prueba definitiva. Queda esperar la respuesta. El lunes es feriado. Queda un fin de semana largo de fútbol, de amigos, ¿de Mariana?, de tratar de dormir pese a que espero esa respuesta.
Estas noches dormí poco o medio mal. Y sin embargo estoy mucho más pilas.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Violeta se fue a la casa. Le pedí que se fuera. Me preguntó por qué. Le dije que necesitaba intimidad. Se volvió loca. Me dijo de todo. Me gritó. Me pegó. A los gritos. “¿Intimidad para cogerte a otras?”. Basta. Me cansó. Nunca le digo que no a nada. Me cansó esta vez ella y su permiso para ser la víctima por todo lo que pasó.

Quizá tenía razón. Recibí un mail de Mariana. Me preguntaba por qué no nos habíamos vuelto a ver. Me di cuenta de que no tenía respuesta. Que no había pasado nada. Que era mejor cualquier buena cosa nueva que seguir con Violeta en casa, su pesadez, la carga de algo que no va para ningún lado.

Llamé a Mariana directamente. Otra vez, me gustó que fuera osada, que se animara a decir, a preguntar, a sugerir un encuentro. Le pregunté si esta vez sí quería ir a ver la de Tarantino. Fuimos ayer. No voy a hablar de la película. Ya se habló en todos lados. Obviamente me gustó mucho. Después fuimos a comer algo. La pasé bien. Como quería salir de mis cosas, escuché el mundo de Mariana. Me contó que está ensayando un infantil, que ya no es época de infantiles (sólo las vacaciones de invierno, dijo, pero no importa) pero que le gusta, que le viene bien, que está bueno hacer cosas.

No sé si será la edad o qué pero para ella yo estoy más arriba o algo. Me pregunta por mis trabajos como si tuviera trabajos importantes. Me preguntó por mis relaciones pero traté de no hablar mucho de eso. Volví al tema del trabajo. Le conté algunas cosas y me sorprendí a mí mismo. Estuvo bien contar quién soy. O seguir ese relato que ya había empezado con Mariana. Ella es tierna. Tiene una mirada como suave, que no es inquisidora.

Una vez uno de mis primos, mayor, cuando se divorció me dijo que hacía tiempo había dejado de ser un súper héroe para la mujer, y que encima se había transformado, para ella, en un perdedor. La hija de tres años (en ese momento) era la única que lo creía súper héroe. En ese momento mi primo estaba conociendo a una chica (la cosa no siguió pero en ese momento la estaba conociendo). Ahí él me dijo que lo más nuevo de salir con alguien nuevo después de tantos años de relación gastada era ser distinto a la mirada de otro. No un súper héroe, pero sí alguien nuevo. Me acordé de mi primo en toda la cena con Mariana.

Lo mejor, como si fuera un golpe de suerte, es que en el medio me llamó un amigo que trabaja en la tele porque le había hablado de mí al productor y estaban buscando un guionista y un editor, a ver qué me parecía si podía hacer algo de eso. Le dije que sí, que cualquiera de las dos. Ahí me di cuenta de que tampoco me daba lo mismo y le dije que ahora estaba como más copado escribiendo así que se fije por lo de guionista, que si daba y no había otra gente, estaría bueno, pero que si no editar también estaba bien. No pregunté mucho ni sé para qué es, pero hoy tengo una reunión en Importante Productora (no voy a decir cuál, disculpen). Creo, como si hubiera estado guionado, que Mariana se quedó medio fascinada con el llamado y la inminente reunión. Sos groso, sos groso, dijo, y pensé que todavía no me conoce, pero está bien.

lunes, 5 de octubre de 2009

Era difícil escribir con Violeta acá. No sólo porque estuviera acá. Por estar con ella. En un momento la miré dormir y pensé en escribirlo. Pero preferí recostarme al lado de ella y me dormí también. Estuvo bastante acá. Salió para ver a la madre. Al padre. Es hija única con padres separados. Tiene medio hermanos pero son más chicos. Hijos del padre. No sé. Estuvo en casa. Está en casa. Sus cosas están acá. No hablamos demasiado. O sea hablamos pero no de cosas. Estuvimos juntos. Tomamos. Miramos la tele. Como si no nos viéramos desde ayer, como si nunca se hubiera ido. Como si la abuela no hubiera muerto. Parece que Violeta eligió mi casa porque acá puede detener el tiempo.

Ahora se fue a encontrar con amigas en su casa, pero dice que no quiere dormir ahí. Yo le dije que tenía que volver en algún momento y en algún momento hablar de las cosas nuestras, pero se enojó, dice que todavía no, que no la apure.

Ayer yo estuve filmando una fiesta así que se quedó sola. Era un casamiento. Me parecía evidente que los novios no se querían. O que no se querían tanto como se quieren sus respectivos padres. Las parejas digo. Era obvio que lo habían arreglado los matrimonios progenitores. Que estaban más felices que ellos. Ella tenía 20 años y él 21. Pasaporte a la infelicidad. Los cuatro, madres y padres, desbordaban felicidad y la fiesta desbordaba dinero. Estaba lleno de viejos y los pocos chicos y chicas parecían más de fiesta de 15 que de un casamiento. Los novios bailaban por separado, cada uno con sus amigos. Parecía que no tenían amigos en común. Se juntaban en los bailes rituales de todo casamiento. Se sonreían y se besaban apenas, mostrando como animales de circo el número que les tocaba animar.

Cuando volví, violeta había salido y cuando volvió yo estaba medio dormido. Ahora tengo que editar. Tengo mucho trabajo atrasado. Le expliqué que yo no podía suspender mis cosas. Que mi vida seguía con su viaje o sin, con su abuela o sin. Que entendiera. Aceptó pero no sé si entendió. Yo espero que pronto vuelva a su casa. Me gusta que esté acá también pero es mi casa, nosotros no tenemos una situación clara, y todo se mezcla.

sábado, 3 de octubre de 2009

Violeta está llegando. La madre al final le dijo lo de la abuela antes de que viaje, pero ella decidió volver igual. Un tranquilizante y dormir todo el viaje. Me llamó por teléfono. Me dijo que no quería ir ni a su casa ni con la madre, si podía quedarse unos días en la mía.

Violeta está llegando a mi casa. No llego a entender bien las implicancias. No sé si tiene sentido preguntarse. Su viaje fracasó, su abuela se murió. Supongo que en ese contexto lo nuestro no es importante. Todo está teñido de una especie de angustia, como si el aire estuviera pesado o hubiera baja presión.

Sé que la madre iba a buscarla y que la trae acá. Ella pidió eso. No sé bien cómo recibirla. Supongo que veremos en el transcurso del día y que ella en un momento deberá enfrentar sus cosas, su familia, todo lo que pasó.

Ayer vinieron Lean y Nico. Jugamos unos partidos. Toda esta historieta les pareció cualquiera, pero les parece cualquiera desde hace ya un tiempo, cuando quizá todo se volvió cualquiera. Esa masa densa que decía. No se me ocurren cómo podrían ser las cosas. Ellos dicen que no puedo decir que no. Deben tener razón. Yo creo que escribo esto un poco porque se agotó el tema de conversación.

Ahora voy a ordenar un poco la casa. Acaba de llegarme un mensaje que ya están viniendo para acá.

jueves, 1 de octubre de 2009

Falleció. La abuela de Violeta. Me avisó la madre. Casi al mismo tiempo chateé con ella pero la madre pidió que no le diga nada. Violeta dijo que volvía. Que ya está. Que no puede estar así, así que se sacó un pasaje y llega el sábado. Llega el sábado. El sábado. El sabad. El sa. Esa fue la sensación cuando leí que Violeta llega el sábado. Leerlo. Releer. Repetirlo. Otra vez. Cree que viene a estar con su mamá y su abuela pero la abuela se murió. Ella no lo sabe. Viaja mañana viernes a la noche y llega el sábado. La abuela se murió. Ella va a llegar y le van a decir. Todo esto pasó en las últimas horas. Estoy casi sin dormir. Llegué tarde ayer. Me acosté. A las seis ya no pude dormir más. Tuve unos sueños rarísimos y después me desperté. Me sacaba la cabeza, la dejaba en un escritorio y me iba a encontrar con Violeta. A la vuelta me volvía a poner la cabeza pero me pesaba, no la podía ubicar bien, se balanceaba a los tumbos, y pesaba. Me miraba al espejo y era yo, pero no tanto. Después no dormí más. Todo en estos días es un poco raro. Tengo mucho trabajo. Estoy filmando unas jornadas académicas. Después vengo. Tengo que editar unas cosas. Todo este tema de Violeta. No sé. No tiene mucho que ver conmigo. Nunca nos casamos. Salimos varios años pero todo esto es como si fuéramos un matrimonio con hijos. Quiero decir: cuando hacés familia, cuando el otro es familia pese a todo. No me jode igual. Creo que no tengo nada que ver pero tampoco siento que no tengo nada que ver. No sé si se entiende. Ella escribe, pregunta qué hacer. Yo igual le dije que sobre eso no le iba a decir nada. Cualquier decisión que tome si se la dije yo después me va a caer como un masazo en la cabeza. No voy a ser el culpable de qué hacer con su familia. A las siete y media sonó el celular. Le pregunté a la madre qué necesitaba pero nada. No sé. Más tarde avisarán. ¿Yo tengo que ir al velorio en representación de algo o qué? No sé bien. No entiendo. Violeta no está y eso complica un poco las cosas. Y cuando llegue. No sé. Si alguien se muere hoy la enterrarán mañana. Si Violeta llega y ya está enterrada y todo, para qué habrá vuelto. Pero yo no voy a decir nada. No me voy a meter. Violeta llega el sábado y se murió la abuela. Esto va a ser un quilombo.
Mariana me manda mensajes, yo respondo como puedo pero no quedamos en vernos. Quizá debería decirle un poco lo que pasa. O no. La llamé igual. Mandó un mensaje y le respondí con un llamado. Le expliqué que estaba con mucho trabajo. Filmando de día editando de noche. Que en unos días la llamaba para vernos. Igual es como toda una cosa de cumplir que me aburre un poco o me baja el interés. Es como que tiene que ser así. Y ya se me van las ganas. Me estalla. No sé. Estoy medio sin dormir. Voy a tirarme un rato.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

La abuela de Violeta empeoró. Estoy corriendo pero pasan muchas cosas todo el tiempo. Ella respondió el mail, sin entender. Me preguntó qué me pasaba, por qué no usábamos skype. Después me preguntó si lo que quería decirle es que estoy con otra, si me puse de novio o qué y que por favor si era eso que mejor no se lo diga. Las minas están locas. La madre me volvió a llamar para contarme que la abuela empeoraba. Yo chateaba con Violeta, porque al final sí me conecté y sí hablamos por skype y sí me preguntó que quería en medio de una serie de acusaciones absurdas hasta que al final me contuve de decirle que la abuela estaba mal pero le dije que la madre quería hablar con ella y que no tenía un número dónde llamarla. Me preguntó si pasaba algo y ya respondí cómo pude. Me pregunto si era como para llamar a su mamá al celular. Yo no podía creer que me habían metido en esto. Le dije que era tema de su mamá y ya, sí, que la llame o me diera un número donde la madre pudiera ubicarla. Me lo dio y dijo que la llamaba.
Al rato, un mail de Violeta.

No puedo creer. No me dijiste nada. ¿Yo ahora qué hago? ¿Me vuelvo? ¿Qué hago?

Al rato, otro mail de Violeta.

Perdoname, no es con vos. No sé qué hacer. ¿Qué hago?

A todo esto yo casi no estoy en casa porque estoy grabando unos eventos. Así que a la noche, otro mail de Violeta.

Juli, dale, contestame, ayudame. No sé si la cosa es tan grave como para volver. Mi vieja no me dice nada. Dice que disfrute del viaje. Pero yo ahora estoy re angustiada, no sé si puedo seguir. Por favor, hablemos cuando puedas.

Y yo ahora puedo pero ella no está. La madre acaba de llamarme una vez más para decirme que la abuela empeora.

martes, 29 de septiembre de 2009

Ayer me llamó la mamá de Violeta. Encima yo estaba medio loco. No entendía. Le pregunté si había pasado algo. Yo no tenía noticias de ella hace un par de días. Me dijo que ella bien. Violeta. Me dijo que su mamá, o sea la abuela, estaba internada. No está enferma pero está vieja y hace unos días le duele el pecho. Dicen que es neumonía. Yo escuchaba. Otra parte intentaba entender para qué el llamado. Llegué a decir que lo sentía y me preguntó qué pensaba que había que hacer. ¿Con qué? Si decirle a Violeta o no. Ahí entendí que todo lo que podía pasar a partir de ese llamado era para peor, a menos que la abuela se mejorara sin dejar secuelas. Creo que titubeé, que le dije que no sabía. Me preguntó si hablábamos. Parece que Violeta le contó que nos escribimos. Le dije que a veces, pero no tanto. La madre empezó a decir cosas como que me preguntaba, o que me consultaba (esa fue la palabra) “porque nadie conoce a Violeta como vos. Ella que es tan difícil…”. Que no sabe para cuánto tiene la abuela y que no sabe si decirle o no. No sé si había peor llamado para recibir. No entiendo si la tipa es desubicada o no, si está sacada porque su mamá está mal, no sé. Pero no paraba de hablar y yo no sabía bien qué decirle. Ella decía que encima Violeta no llama nunca y que no tiene dónde ubicarla, que sólo por mail, y que cómo va a contarle por mail. Todo me parecía como que quería llegar a algún lugar, a algún punto, pero no entendía dónde. Le dije que yo tampoco sabía cómo ubicarla, que cómo iba a saber, y aproveché para recordarle que nos habíamos separado hace dos tres meses. Entonces se puso a llorar (todo peor, peor a cada minuto). ¿Qué iba a hacer? Le pregunté si necesitaba algo. Me dijo que no, pero que si hablaba con Violeta. Y no terminaba la oración. Empezaba a decir cosas que no terminaba. No entendí si le tenía que decir o no pero la idea de decirle que su abuela estaba mal me parecía pésimo. Ella decía y desdecía. Al final me dijo que si hablaba o algo tratara de inducirla a que la llame. Lo dijo como si me diera una misión. Argumentó que ella estaría casi todo el día en el hospital y que no iba casi a encender la computadora. Le corté como pude. Ella lloraba un poco. Me sentí mal al final. No supe si la atendí bien o no, pero después me dio un poco de bronca porque yo qué tengo que ver, después me dio un poco de culpa que me dé bronca y creo que así pasé toda la tarde, sin poder editar, ni nada, porque iba y venía entre los programas a ver si Violeta se conectaba, queriendo que se conecte pero al mismo tiempo no. Se hizo la noche y yo me tenía que ir. Así que le mandé un mail, no sé por qué, si total no decía nada. Le preguntaba cómo estaba y dónde, y que tenía ganas de hablar con ella. Un boludo. Cuando me levanté tenía un mail diciendo que sigue en Berlín pero que mañana o pasado se va a París. La leí contenta, porque en Berlín la está pasando muy bien y París “es mi sueño”, pone.

Hace un ratito volvió a llamar la madre. Le dije que me había escrito un mail. Me preguntó si tenía dónde ubicarla y me dijo que si podía le pregunte. “Decile que querés hablar con ella, que la extrañás, algo, mi mamá está bastante mal, y viste cómo la quiere Violeta.” Ufffffff. Corté y obedecí. Le mandé un mail a Violeta diciéndole que tenía muchas ganas de hablar con ella, si no podíamos arreglar para hablar en algún momento.

domingo, 27 de septiembre de 2009

El viernes pasé a buscar a Mariana. Cuando le pregunté dónde íbamos me dijo que a Pacha. Rarísimo. No me esperaba eso. Tenía unas entradas gratis para una fiesta en la que tocaban Zuker y la bomba de Tiempo. Ahí fuimos. No voy a hablar de lo que implica el taxi a la noche, pasar por Costa Salguero, Aeroparque. Con los chicos sabemos. Si estás pasando por ahí a la noche es que. Pero ahora estaba con Mariana. Llegamos, entramos. Mucha minita mucho peinado vestidito voz aguda insoportable. Todos más chicos. Cuando llegamos estaba tocando Nico Cota. Mal. Un set largo y tosco. Pero no importaba. Tomamos algo, bailamos un poco. Pero ir así, a un lugar con una mina con quien no tenés mucha confianza… es medio raro. La bomba de tiempo tampoco me gusta mucho, pero hay que reconocer que tuvo un poco más de onda que lo anterior. Después nos vinimos a casa, y se fue a la mañana. Yo fui a jugar al fútbol a la tarde y a la noche hicimos un asado con los pibes.

Fin de semana tranquilo. Preguntan qué onda con esta flaca y todo bien. Pero nada más. Todo bien.

Ahora, este domingo, malísimo. Hay un par de cosas a la noche, pero ni de salir dan ganas. Los domingos tienen esa cosa de que todo parece tener el nombre de Violeta impreso fluorescente. Con el gris de este día, el fluorescente resalta más.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Pongo disco nuevo de Muse. Es obvio que va a ser el disco de la próxima semana o diez días. Tomo una birra. No tenía planes. Pensaba llamar a Nico o a Lean o a los dos para jugar unos partidos. Pero seguro Lean sale con la novia y Nico tiene alguno de sus miles de cumpleaños a los que puedo ir pero odio ir, lleno de minitas judías en busca de un novio “decente”. Así que estaba acá, mirando tele. Mariana mandó un mensaje, para ir a una fiesta. Tengo que aceptarlo: me convenció por osada. Tengo amigas que se la pasan preguntando si mandar o no un mensaje, todo con una tensión extrema, cada palabra calculada, cada minuto de espera sufrido. La piba esta tiene una fiesta y lo dice así: “tengo una fiesta, te copás?”. Y me voy a copar. Tendría que avisarle a los pibes. Supongo que ir me saca de eso de estar deprimido. Mejor contarlo mañana en el partido de fútbol. Así que le puse que sí y cómo hacemos. A los cinco minutos entendí que no tenía que preguntar así que llamé y le dije: decime por dónde y a qué hora y te paso a buscar. Creo que con esto sumé puntos para todo el año con Mariana, mis tres o cuatro amigas y con el género femenino. Es que me acordé de las cosas que dicen Laura y Coti (ellas son las amigas reales, las demás van y vienen, de manera accesoria y conveniente de acuerdo a si hubo un pasado o podría haber un futuro sexual). Bueno, que me acordé de las cosas que dicen, de las que piden y de las que se quejan. Si un tipo hace propuestas o toma decisiones parece que suma. Coti me dijo esto cuando invité a salir a Violeta. Dijo que tenía que tener decidido el bar, el lugar, la propuesta, la salida. La invité a una película en el MALBA. Era obvio que le iba a interesar. Era una película china. Le interesó, dijo que sí, pero pasó durmiendo más de la mitad de la película. Fue tan ridícula que me sedujo. Una mina que se duerme la primera vez que van al cine es especial. Me pareció relajada. Ahora sé que si algo Violeta no es, es relajada. Será muchas cosas, pero nada de relajo. No habrá que prestar tanta atención a este tipo de conclusiones que se sacan en los primeros encuentros.
Ahora, más que llamar a los pibes, debería llamar a Coti para decirle que tres años después puedo actuar solo sin recomendaciones. Ahí aparece Laura, la voz de Laura, diciéndome que un loser no vende. Loser deprimido o tipo seguro que propone y te pasa a buscar a la hora convenida. Con todo eso podríamos hacer una película. Siempre pienso películas que nunca hago. El disco está bueno. Paso a buscar a Mariana (cuántos nombres ya) a la una por una dirección que no sé qué será, si su casa o la casa de una amiga, o un restaurant, pero no creo, no, qué boludo, si me dijo quinto piso, es un depto. A primera escuchada, el tema tres del disco tiene un ascendente, así como el horóscopo, en Queen, una pretensión, un aire. Se entiende. Hablo del horóscopo y nunca nombré a mis hermanas. Que por ellas tengo horóscopo y algunas cosas que sé de las mujeres, además de Laura y Coti, que son más nuevas y más jóvenes que mis hermanas de 38 y 40.
Bajen el disco. Está bueno. Y buen fin de semana.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Llegué tarde a esto de los blogs y ahora dicen que el furor fue hace años. No importa. Busco, miro y llego acá. Este pibe escribe poemas. Son muy buenos. Yo no regalo flores ni escribo poemas. Una vez Violeta me dijo eso: "vos nunca un ramo de flores", la miré con cara de "no, claro" y me dijo "ni flores ni poemas". Escribo escenas, pero mejor que escribirlas las miro, por eso prefiero editar a escribir. Veo una sucesión de cosas y entiendo dónde cortar para que quede algo. Este pibe escribe poemas para una chica (y otras cosas, pero miren los últimos). Violeta se va a enamorar de un tipo así, que le escriba poemas o canciones, que la mire desde un escenario. Yo te miro desde atrás de una cámara. Si querés, te filmo.
Casi sin dormir. Si puede haber problemas suele haber problemas. No siempre. Casi. Recién leía el NO de la semana pasada. Un poco de retraso pero es que no actualizaron la web. Hay una nota a chicas de puan (Pola, la loca de mierda Malena Pichot y una más que hace un docu ficción en canal encuentro). Violeta es de Puan. Creo que no lo dije antes. No importa tampoco. Lo que pensaba leyendo esa nota es que nos dejaron de romper a los chicos de cine y ahora hacen lo mismo con las chicas de Puan. Caracterización y contra-caracterización al mismo tiempo. Porque cada una dice alejarse de los estereotipos pero la nota habla de "Las chicas de Puan". Así que… Lo mismo con el Bafici y los chicos de cine, el morral, el pelito, las películas. ¿Cuántos son iguales a otros? No sé.
Edité toda la noche y en un momento me falló una cosa así que tuve que empezar un proceso de varias horas otra vez. No estuvo mal. Fumé un poco, leí un poco. A una hora prudente (cerca de las doce) le mandé un mensaje a Mariana. Puse algo asi como “Pronto, Tarantino”. De loco que estaba. Como si me hubiera comido los avances de un canal de cable. Me di cuenta después de apretar enviar y quise repararlo: “El fin de semana, podría ser. Hablemos”. No respondió. Hasta ahora recién que puso que ya estaba durmiendo y que sí, que hablemos para el fin de semana. ¿Histeria o verdad? Nunca sabremos. Violeta envía crónicas de Berlín. Hay una cantidad de adjetivos que no se puede creer. Todo es “súper”, “increíble”, “la mejor”, “muy loco”. A mí me parece que estamos grandes para el mito del viaje que te abre o te cambia la cabeza. Ya lo dijo ella igual, que era un viaje para hacer de más chica, pero que había que recibirse primero, mudarse, no sé, todo un orden de cosas que dejó el viaje para este momento (y nuestra relación para quién sabe cuándo, supuestamente yo soy el culpable de que la relación ni ahora ni antes ni nunca, pero bueno). Parece que Berlín le escapa a la lógica y sí le abre la cabeza, la fascina y “es la única ciudad hasta ahora donde me quedaría a vivir, la gente es toda así como nosotros, esa sensación de que uno podría hablar con cualquiera, la mejor, la mejor onda en Berlín”. Me habla de bares y yo me la imagino bailando para sajones libidinosos, aunque no sé si sajón y libidinoso pueden ir juntos.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Al final no vimos la película. Mariana se retrasó y la función siguiente era demasiado tarde. Cuando recibí el mensaje no sabía bien qué hacer. Tomar algo y ¿después? ¿Invitarla a cenar? Cenar es demasiado, dijo una vez una amiga. Esas son las cosas que me dan ganas de irme a mi casa. Teníamos cine, dice que llega tarde y ahora tengo que inventar otra cosa. Al final fuimos a un bar de Palermo (obvio) y tomamos unos tragos. No sé bien de qué hablamos pero hablamos. Quiero decir, no es importante, hablamos más por hablar que por lo que decíamos. Una cosa llevaba a la otra, su perro, su infancia, Rosario, mis vacaciones en Rosario una vez, mi infancia, mis viejos, el cine, el teatro, actuar en una cosa, en otra, dirigir actores, trabajar con directores. Tiene pelo corto, cuello largo, buena postura. Tenía una remera, un saquito, una flor en la cabeza. Una flor en la cabeza parece horrible pero le quedaba bien, bastante bien. En el bar había sillones. Nos sentamos ahí, tranquilos, hablamos un rato, chapamos, todo bien. Igual, ese momento medio raro… No sé, los pibes, que son de otro palo, piensan que soy medio maricón, pero toda la cosa de decir “¿vamos a casa?” me incomoda un poco. Igual lo dije, siempre lo digo, vinimos, cogimos y estuvo bien. Ayudó un poco el alcohol. Nos reímos bastante. Cuando terminamos, todo bien, pero ya me daba ganas de que se fuera. Eso es un cliché, pero es así. Terminás y querés que el otro, un extraño, se vaya, volver a esa cosa de uno mismo que uno mismo maneja. A mí me agarra esa cosa de que pienso que se va a quedar y quedar y quedar, y que voy a tener que echarla. Quizá porque Violeta hace un poco eso. No sé, no tan así. Pero un poco.

Hoy termino de editar el video para el concurso. Borroneé las caras de la gente, y armé como unos personajes basados en el vestuario. Gente de distintas fiestas compone un personaje. Tres novias son La Novia. Dos novios son El Novio. Y así. Entonces agarré las situaciones de descarte y construí una pequeña trama. Todo montaje. Las caras borroneadas son a propósito, y se entiende que es distinta gente y material en bruto. No le hice tratamiento a propósito. Es montaje. Una pelea y una reconciliación, está el tipo que manosea a la sobrina y con otros dos los mandé al baño, de donde salen en actitud sospechosa. Hay una abuela llorona, hay un hermano menor, de unos once, doce años, que ve cosas que no tendría que ver. No sé si me explico. Pero creo que quedó bastante bueno. Dura ocho minutos. Le puse banda sonora típica de fiestas. Y todo está armado así, en bloques de un minuto y medio o dos que son musicales. Desde el baile judío al carnaval carioca y fin de fiesta. Es más sobre la mirada que una trama con puntos de giro y todo eso. Dirían eso los profesores de guión. Están los gestos de los novios que nadie mira porque nadie quiere mirar. Las miradas hacia abajo. La mirada de duda hacia un amigo. Secretos. Besos que no tenían que ser dados. Tengo que renderear y armar todo para llevarlo mañana.

Mariana se fue a las seis de la mañana. No dormí nada. Dormimos un poco los dos, pero mal. Después dijo que se iba y asentí. Pedimos un taxi. No pudo evitar el típico gesto de “qué onda?”. Volví a decirle “hablamos”, como la otra vez, pero agregué “en estos días”. Hablamos en estos días, ella sonrió y dijo que nos quedaba pendiente Tarantino.

martes, 22 de septiembre de 2009

Ayer salí sólo para ir a entregar el dvd. Me sentía mejor pero no tenía por qué salir. Día de la primavera. La casa donde iba queda por el Parque Las Heras. Salí antes, fui caminando, escuchando música. Me quedó un poco de tiempo. Me iba a sentar en el parque a leer veinte minutos. Pero estaba lleno de gente. Obvio. No se me había ocurrido. Pibes y pibas en el pasto, chapaban, otros jugaban a la pelota. Los viejos estaban en los bancos. El parque estaba repleto. De pronto algo me llama la atención. Cuando alguien te mira fijo es casi seguro que te das cuenta, como si te llamaran (me acuerdo de esa publicidad de celulares, en el colectivo, un chico miraba a una chica y pensaba: mirame mirame mirame). Bueno, cuestión que percibo algo, miro a un costado y veo a Mariana venir a mí medio trotando, corriendo, agitada. “Te estaba gritando, pero no escuchabas”, me dijo cuando llegó. Señalé los auriculares y la saludé. Me preguntó cómo estaba de la angina. La verdad, muy simpática. Me sorprendió un poco porque yo tuve bastante mala onda con la flaca. Me volví a dar cuenta de que tenía linda sonrisa (me había olvidado, qué sé yo). Y me preguntó cómo estaba. Cosa obvia. Pero me preguntó, con un mínimo (un “ápice”, qué buena palabra “ápice”) de dedicación. Como si hubiera detenido el tiempo dos segundos para mirarme a los ojos y preguntarme ¿cómo estás? Fue tan así que un poco me descolocó y no supe qué decir. “Creo que bien”. Y sonrió otra vez. No dijo nada más. Fue un momento raro… No sé. Me dejó la pregunta picando. Y por dentro me dije que estoy para el orto. Cuando el tiempo se derritió y volvió a correr le pregunté por qué no nos veíamos pronto. Dijo que sí, y dijo “siempre te digo que sí pero te enfermás”. Tiene razón. Soy un boludo. Le pregunté con quién estaba. Con la gente del IUNA. El conservatorio queda ahí a pocas cuadras. Se habían juntado a ensayar y ahora estaban tomando unos mates en el parque. Le dije que nos veamos mañana mismo (o sea hoy). Dijo que sí. Y le dije que la invitaba al cine. ¿Tarantino? Tarantino, dijo. Le acabo de mandar un mensaje. Nos encontramos a las siete de la tarde en el Abasto.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Todo el fin de semana con angina. Después de la cena familiar, el viernes, unas birras con los chicos en el bar y volver a dormir. Sábado amanecí con anginas, no fui a jugar al fútbol y a la noche, la verdad, no quería salir. Llamó Lean, me dijo de la fiesta, de piba esta Mariana y otra vez, que estaba deprimido. Tengo anginas, qué sé yo. Me quedé mirando las peleas de UFC hasta que me dormí.
Pero hablé con Violeta. Estuve online todo el fin de semana y ella justo se conectó bastante. La saludé y empezamos a hablar de nuevo. Me pidió perdón por lo del otro día y dijo que en realidad es otra cosa, que me quiere tanto, que no puede dejar de pensar…Me quema. Cada vez que hablamos me quema. Creo que yo quería saber un poco en qué andaba. Tantear. Ya estaba en Praga, contenta. Me dijo que había querido comprarme regalos pero que no se animó. Ese tipo de afirmación me exaspera. Para qué lo dice. Me comprás o no me comprás pero no me decís que ibas a comprarme… No puedo evitar el sabor amargo al final de cada conversación o pensar que está re loca, que la quiero pero que no la aguanto.
El sábado a la tarde le mandé un mensaje a Mariana. Supongo que no me creyó. Que no la puedo llamar más, a menos que la llame hoy o mañana y haga una contraoferta. Pero qué sé yo, no tengo ganas. Ahora estoy editando y más tarde voy a entregar el dvd del bar mitzva.

viernes, 18 de septiembre de 2009

El pesimismo persiste pero derretido. Escándalo de Violeta y respuesta mía. Le digo que no sé qué quiere, que no la entiendo, que respete que si me dice todo eso yo no quiera hablar. La saludo con un Shana Tova y agrego que en estas fechas la extraño. Un pelotudo, pero es cierto. Hubiéramos ido hoy a lo de mis viejos y mañana a lo de los suyos, o al revés. Hubiéramos jugado con sobrinos. Nada muy particular o diferente. Las fiestas me aburren pero sin ella aburren más. Para hoy queda hablar de fútbol (y tenis, ahora hablamos de tenis) con mis primos y responder todo tipo de preguntas acerca de Violeta y mi presente y futuro emocional y profesional. Nota mental: dar cabida a los hombres (fútbol, tenis, ley de medios), evitar a las tías (Violeta, trabajo, “preguntas profundas”).

Ayer, por otro lado, y después de que Lean me amenazara de que si no lo hacía yo lo hacía él, le mandé un mensaje a Mariana. No le había escrito desde el domingo. Estuve toda la semana editando la fiesta y escribiendo cosas para el guión del corto que tengo que preparar para el concurso. Busqué imágenes de descarte, empecé a pensar algunas cosas, escribí.

Pero ayer vino Lean, jugamos unos partidos, fumamos y me preguntó. Le contesté, me puteó y me dijo que pensaba que estaba deprimido, que eso hablan con los pibes, que yo estoy deprimido. Me preguntó si la mina está buena. Está buena, le dije. Entonces. Entonces qué. Mandale un mensaje. Cogetela. Qué pesados. Los pibes, cuando se ponen así. Le mandé el mensaje igual. Fueron varios. El primero para entrar en contacto. Respondió rápido, “q sorpresa pensé que te habías olvidado de mi”. Está buena y es boluda, le dije a Lean cuando le leí el mensaje. Le mandé otro, bajo amenaza. Quedamos en vernos mañana. Es sábado. Medio cualquiera. Igual no es una cita, le dije que iba a una fiesta, que por qué no se suma.

En la bandeja de entrada, un mail de Violeta:

Shaná Tova. Yo también te extraño. Saludos a tu familia.

Me voy a bañar.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Otra vez Violeta que ahora se arrepiente y llora por mail. Que cómo no le respondí, que cómo no lo hablo. Soy culpable, desconsiderado. Les recuerdo: no respondí un mail en el que decía que no quería que hablemos más. Pongo responder. Escribo, borro, escribo. Guardo en borrador. Me voy a correr.
Vuelvo. En el contestador, un mensaje de la madre del chico de la última fiesta. Apura con la edición. Edito. No envío el mail.
Recorto partes de la fiesta: miradas fulminantes de los padres. El momento, qué horrible momento, cuando el pibe los llama a encender “esta, mi última vela”. Qué humillación. Los tres posan para la foto, la madre rompe en llanto. No lagrimea (lagrimear lagrimean todos). Ella explota. Llora. Abraza al hijo. El padre no sabe qué hacer. Mira a un costado, saluda a una mesa, quizá a alguien que se va. La madre se acerca al tipo, sigue llorando, le dice algo y él la abraza. Le da unas palmadas en la espalda. Él es un gordo desagradable. A ella se le notan los años. Que un hombre le diga a una mujer “bueno, bueno” con palmaditas en la espalda… así se trata a un perro, o a una mujer que no te gusta nada, o que dejó de gustarte, o que te arruinó la vida (ésta seguro que le arruinó la vida). Y pienso: cuántos años y cuántas cosas tienen que pasar para pasar de abrazar a tu mujer en la cama al final de un día difícil, a darle unas palmadas en la espalda cuando llora en el bar mitzva del hijo en común. Nico diría que soy un sensible. Son las cosas que endurecen, no que te hacen sensible. Estas fiestas endurecen. Son alta dosis de pesimismo.
Voy a borradores. Abro el mail a Violeta. Lo borro. Pesimismo punk.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Fue cualquiera. Nos encontramos en la puerta. Yo llegué un toque antes. La veo venir a la flaca con una amiga. Llegan. Me mira con una cara que no entiendo. Me la presenta. Ella es Sol, una amiga. Sol va al baño. Mariana me pide perdón, dice que Sol está muy triste, que pasó una mala noche, dice fiesta, madrugada, ex novio, otra mina. Que no daba dejarla sola. Que “todo bien, ¿no?”. Todo bien, todo bien. Vuelve la amiga del baño. Entramos. Cada uno paga su entrada. Si estábamos solos la invitaba, ahora no da. Esperamos que den sala. Mariana me pregunta qué hice ayer. La amiga mira recortes del diario, críticas de las obras que dan en el teatro, pegadas en la pared. Digo que salí con amigos, nada más. Entramos, vemos la obra, salimos. Esperamos un toque, saludo a Fede, nos vamos. La obra, bien. Ellas la analizan un poco, a mí no me interesa. Nos paramos en una esquina. Pregunta ¿qué hacemos? Yo no tengo ganas de nada, me fumaría un porro en casa, domingo a las nueve de la noche, qué más, qué mejor. Pero no da decir que me voy así que les pregunto si quieren venir a casa, que es cerca, que podemos fumar. Llegamos, fumamos, yo hablo más con la amiga que con Mariana. Es histérica. La amiga. Me tira onda me parece. Yo le sigo el juego, abrimos una birra. Mariana casi no habla y no la conozco pero me parece está de mal humor. Voy al baño, paso por la computadora, pongo música, y veo que Violeta está conectada. Me quedo mirando el nombre en la luz verde. Violeta. Yo estoy invisible. Me pongo disponible. Voy al baño. Vuelvo. No me habló. Vuelvo a ponerme invisible sin hablarle. Nico diría que soy un tarado, mirando el monitor y con dos minas en el living. Tiene razón. Vuelvo. Parece que ellas hablaron de algo, no sé. Sol dice que se va. Mariana no dice nada, pero me mira como si yo tuviera que decirle que se quede o que se vaya. No sé, flaca, no te conozco, estoy re loco, así que hacé lo que quieras. Quedate si querés, le digo. Me pregunta si quiere que le abra a la amiga. Le doy las llaves. Se van y yo vuelvo a la computadora. Cambio la música. Violeta sigue conectada. Antes de conectarme escucho la puerta. Vuelvo al living. Hablamos de todo lo que hay que hablar pero no de parejas del pasado. Más que nada de la infancia. Lugares, clubes, colegios, fiestas de colegios. Yo pienso que a las minas les encanta encontrar ese tipo de coincidencias como “fuimos a la misma fiesta en 1994”. Hacen toda una cosa de eso, como si la coincidencia quisiera decir algo, no sé. Lo peor es que remueven remueven hasta que algo encuentran. Buenos Aires, una época, clase media… no es tan grande. Igual no encuentra nada. Mariana vivió hasta los doce años en Rosario. No hay mucho que buscar. Pasa un rato y dice que se va. Perdón, no quiero hacer nada. Tendría que besarla, llevarla al cuarto. Pero no tengo ganas. Está todo bien, pero no tengo ganas. Se abriga. Salimos. Le pregunto en qué se va. La acompaño a la parada. El colectivo se ve venir a dos cuadras. Le agarro la cara y la beso. Responde, tiene buena boca. Nos besamos bien. Llega el colectivo. Digo hablamos. Una amiga me dijo que decir “hablamos” siempre suma y tranquiliza a las mujeres.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Fin de semana sin fiestas.
Vinieron Nico y Lean a la noche. Jugamos unos partidos, fumamos, pedimos mc donald´s y nos fuimos al bar. Tomamos. Me quedé un par de horas. Lo mismo de siempre. Unos tiros y tomar, reírnos de los mismos chistes de siempre. A la tarde ganamos en el fútbol.
Hoy salgo con esta piba, no sé qué onda. Creo que me da lo mismo. No sé después, si invitarla a tomar algo o no. Creo que me da fiaca. Escuchar cómo se presenta, me cuenta quién es, qué hizo y qué hace, que cortó con un novio hace equis cantidad de tiempo, que ya se repuso, que me pregunte por mi vida, contarle, inflarle un poco, que me pregunte por una novia, decirle que no pero que Violeta, o no decirle nada, negar todo, negar Violeta, separación reciente, viaje, decir que hace bastante solo y tranquilo, mi vida, decir la palabra ermitaño, que como bien me dijo una amiga una vez, seduce a las chicas por más que quieran lo opuesto, un tipo sociable y simpático, que lleve flores y converse sonriente con madre, hermanas y amigas. Fiaca de todo. De decir quién soy o de inventarlo. De escuchar quién es. Me aburre. Me aburro. Podría cancelar el encuentro, ir yo solo al teatro a ver a Fede y volverme temprano. Podría ver fútbol todo el día, pero me quedo sin fútbol de primera, el mejor antídoto para terminar el domingo, y no hay película con Violeta, como cuando ganaba la discusión o me pedía por favor, con ese gestito, que apague el fútbol temprano así veíamos una película en la cama. Así que mejor salir, cambiar la programación.